Guiso de ternera con Boletus al estilo de Rostov

Los que me conocéis un poco sabéis que otra de mis pasiones son los viajes.

Hace unos años visité Rusia, un país lleno de encantos y patrimonio artístico y cultural, pero evidentemente no os voy a hablar sobre ello, el tema que centrará esta entrada serán las setas que me encontré durante mi estancia.

Tanto en mis paseos por los parques de Moscú como en los inmensos y hermosos palacios cercanos a San Petersburgo y en los pueblos que visitamos me encontré con esos pequeños duendes que tanto me cautivan, las setas. A pesar de estar en pleno mes de julio, debido a la climatología propia del lugar por todos  lados me tropezaba con ellas y quisiera o no, mi instinto me llevaba a admirarlas y fotografiarlas, lo hacía con tanta frecuencia y supongo que con tanta pasión que en algún momento y mientras el guía nos explicaba la arquitectura de algún monumento yo me encontraba rodilla en tierra con mis ojos puestos en las setas y mis oídos en la voz de Yuri,  lo mejor llegó cuando mis compañeros de viaje, supongo que contagiados de mi entusiasmo comenzaron a señalarme las setas que veían, creo que no me equivoco cuando digo que el guía comenzó a mirarme “mal” por no poner toda mi atención en lo que nos narraba, pero no me podía resistir, jajaja.

También en los mercados encontré  setas, y aunque no pude encontrarlas en fresco, la variedad que había en seco ya me hizo presentir lo fértil de esa tierra. Si pude ver al borde de la carretera mujeres que vendían Cantharellus cibarius pero a pesar de comentar en varias ocasiones la ilusión que me haría parar y ver aquellos pequeños puestos de cerca, el guía no me oyó o más bien no quiso oírme, cuánto me arrepiento de la propina que le di al final del viaje, jajajaja.

Pero lo mejor llegó cuando un día paramos a comer en un lugar cercano a Rostov, tras haber visitado la maravillosa ciudad de Sergeiv Posad, llevábamos varios días comiendo Sopa Brosch en todas sus variantes y cuando no había sopa había una especie de ensaladilla que por supuesto también llevaba remolacha, pues bien, ese día, cuando nos sentamos a esperar que nos sirviesen la comida, me quedé totalmente estupefacta cuando  olí el maravilloso aroma de aquel guiso, se presentaba en un cacharro de barro en el que había un estupendo guiso de carne con Boletus, ni que decir tiene que esa fue la mejor comida de todo el viaje,  han pasado años y todavía recuerdo lo bueno que estaba. Por supuesto tan pronto como tuve la oportunidad me decidí a cocinar aquella maravilla y aquí tenéis el resultado.

Os dejo dos fotografías, la del guiso original y la del mío, creo que el punto a destacar es la base, un buen caldo de carne y el toque de la nata líquida.

Guiso realizado en mi casa

Ingredientes:

• Ternera
• Patatas
• Boletus
• Zanahoria
• Nata líquida
• Caldo de carne
• Una ramita de apio
• Un puerro
• Aceite de oliva
• Hojas de perejil o cilantro
• Sal

Elaboración:

Lavamos las setas, las troceamos y reservamos.

Hacemos un buen caldo de carne con un hueso de ternera, una ramita de apio y un puerro.

Mientras se cocina el caldo preparamos la carne y las patatas que cortaremos en cuadrados más o menos iguales, la zanahoria la pelamos y rallamos.

En una olla ponemos un poco de aceite de oliva, sofreímos la carne unos minutos, agregamos un poco de caldo y dejamos cocinar a fuego lento sobre 20 minutos, a continuación añadimos las patatas y la zanahoria rallada.  Dejamos que se cocina 15 minutos más y echamos los Boletus, cinco minutos más de cocción y el guiso estará terminado.

Finalmente y una vez emplatado ponemos un poco de perejil o cilantro y  nata líquida al gusto, personalmente creo que el toque agrio de la nata sin cocinar es un punto importante en este plato.

Guiso que me comí en Rostov

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