Hoy comparto una interesante información sobre este hongo tan conocido para algunos y desconocido para la mayoría.
Tanto el texto como las fotografías son de mi buen amigo Isidro Frutos, gran conocedor de este género que he descubierto hace muy poco. En breve os podré ofrecer algunas recetas que he elaborado estas semanas.
Las
“criadillas” son hongos hipogeos, es decir, que desarrollan sus cuerpos
fructíferos bajo tierra. Entre las más conocidas por los aficionados podríamos
citar: Terfezia arenaria, Terfezia fanfani, Terfezia leptoderma,
Terfezia olbiensis, Terfezia extremadurensis, etc. Su aspecto en general suele
ser globoso e irregular, más o menos con forma de tubérculo y, en ocasiones,
llegan a alcanzar un diámetro de hasta 15 cm y un peso de 400 gramos. Su carne
es dura y consistente, con aspecto granuloso en la mayoría de las especies, y
están cubiertas de una piel fina difícil de quitar si no se utiliza una buena
herramienta de corte.
Son
hongos micorrizógenos, es decir, que establecen una micorriza o simbiosis con
una “planta madre”, que en la mayoría de los casos es una cistácea llamada Tuberaria guttata. Crecen siempre en
terrenos arenosos y bien soleados, y son muy querenciosas de los socuellos que
le ofrecen piedras, retamas y cardos.
Tradicionalmente
se consumen en algunas regiones de España, especialmente en Extremadura, donde
hay pueblos como Quintana de la Serena donde son unas setas apreciadísimas,
y donde existe una tradición ancestral de su búsqueda y consumo.
Llegada
la primavera son muchos los aficionados y los profesionales que se “echan al
campo” en busca de este preciado tesoro. Todos van provistos de un pincho que sirve
para localizarlas y de una herramienta que termina en forma de cuchara con la que
se escarba para extraerlas del suelo. No es tarea fácil su localización, siendo
un auténtico “arte” que se suele transmitir de padres a hijos y que se conserva
en secreto para trasmitirlo a su siguiente generación. Al ser una seta hipogea,
la mayoría de los recolectores la buscan a través del tacto y del oído, ya que
al pinchar en el sustrato el sonido cambia radicalmente cuando lo haces encima
de una “criadilla” a cuándo pinchas directamente en el suelo. El tacto en la
mano al extraer el pincho hacia arriba también es diferente, quedándose éste
más “agarrado” cuando pinchas encima de una “criadilla”.
Además
de muchos aficionados existen auténticos profesionales que se dedican a
recolectarlas para su venta, habiendo verdaderos “artistas” que en años de
bonanza algunos llegan a coger más de 400 kilos. Como anécdota os comento que
hace muchos años había aficionados que incluso las localizaban de noche
utilizando la antigua “lámpara” de carburo.
Fueron
unas setas muy consumidas durante la postguerra, en los años en los que la
escasez de alimentos era muy grande, y ayudaron mucho a paliar el hambre de la
mayoría de las gentes cuyos recursos alimenticios eran bastante escasos. Además
de que son unas setas que se pueden consumir en crudo, son muchas las maneras
de prepararlas en la cocina, bien a la plancha con sal, en revueltos con huevos
de corral, en tortillas, etc.
Muy interesante no conocía esta clase de seta, siempre sorprendiéndonos con cosas nuevas para muchos, bsss
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