Gastronómicamente hablando Japón
junto con Perú son dos de los países que más me han sorprendido, en esta
entrada os hablaré sobre el primero de ellos y aunque seguro que me quedarán cosas por
contar intentaré transmitirlo lo mejor posible.
He tenido la fortuna de probar
esos platos tan típicos que todos conocemos y que se sirven en la mayoría de
los restaurantes japoneses que hay en nuestros país, pero también he podido
probar aquellos otros que no son tan
populares pero en los que radica la esencia y sabor de lo cotidiano.
No voy a descubrir nada nuevo si
digo que el pescado es el producto estrella, pero la variación y formas de
cocinado va más allá de un simple sushi, sashimi o maki.
El
primer problema con el que nos encontraremos cuando queramos comer en alguno de
los múltiples y variados restaurantes que hay en todas la ciudades japonesas es
el idioma, el sentimiento es de confusión y vuelta a la infancia. Siempre
existe la posibilidad de entrar en alguna de esas franquicias americanas en las
cuales se venden hamburguesas o pollo, pero, como comprenderéis, en mi caso
esto sólo sucede en caso de necesidad extrema o lo que es lo mismo estar a
punto de morirme de hambre, jajaja.
El primer día y tras muchas horas
de viaje, llegue a Osaka por la mañana, paseando por la ciudad mi atención se centró en
los escaparates de los restaurantes
repletos de lo que he dado en llamar “la comida de mentira” de la cual os
hablaré al final de la entrada.
Sobre
las doce de la mañana ya comienzan a llegar los primeros comensales y las
cocinas están a pleno rendimiento, no pude resistirme a probar unas bolitas de
pulpo rebozado que cocinaban con maestría suprema a pie de calle, servidas en
recipientes de caña que te llevas para comer de camino a donde sea y que cuando
terminas te encuentras con el problema de que dada la ausencia total de
papeleras no sabes donde depositar, poco a poco aprenderás que lo mejor es
comer estos productos justo en el lugar en donde los venden.
En más ocasiones pude comer pulpo cocinado de
otras maneras e incluso ver, que no entender, cómo hablaban sobre este producto
tan apreciado en la televisión.
Mi primera comida fue en un
restaurante en el que comí todo tipo de productos en tempura, y qué tempura,
una auténtica maravilla. La bebida fue agua, que por cierto es gratis en todos
los restaurantes, es el primer país en el que tomé agua no mineral sin ningún
tipo de dudas, y como me confirmó mi guía al día siguiente, el agua es pura,
pura, miden cada día más de 52 parámetros diferentes.
Esa
noche y después de dar muchos paseos por varias calles en las que había
pequeños restaurantes, algunos con dos o tres mesas, tras mucho pensarlo y sin
entender nada de la carta exterior entré en uno de ellos, sentada en la barra
me ofrecieron una carta en inglés con algunas fotos de los platos, cuando
comencé a leer que las supuestas brochetas de pollo llevaban cartílago, cuello,
estómago ….. pedí una que aparentemente
sólo era de pechuga y verduras. A mi izquierda una pareja comía unas verduritas
a la plancha que tenían un aspecto extraordinario y usando el medio de
comunicación universal (señalar con el
dedo) pedí una ración, tanto me gustó que repetí. A mi derecha vi como servían
higadillos de pollo completamente crudos, siento no tener foto pero mi descaro
no llega hasta ese punto. Lo mejor tener al cocinero a menos de medio metro de
distancia y ver como cocinaba, lo peor salir ligeramente ahumado.
No quisiera olvidar la experiencia de saborear
flor de loto, algo impensable para nosotros se convirtió en el centro de
atención de una de las cenas. La había visto en algún mercado pero dado su
aspecto desconocía de qué alimento se trataba.
Otra mención especial es para la pizza japonesa,
tal y como ellos la llaman, la cual pude comer en un restaurante elegido
después de toda una tarde callejeando por
Kioto a la búsqueda y captura de una geisha de las de verdad que por
cierto pude fotografiar cuando se subía a un taxi, lo cual creedme que no es
nada fácil. Otra experiencia nueva con la que disfruté mucho sobre todo
teniendo en cuenta la cantidad de kms. que llevaba sobre mis pies en mi afán de
ver y descubrir, fue tener que descalzarme a la entrada del restaurante y comer de esa guisa mientras mis cansadas zapatillas descansaban en un cajoncito en la recepción, experiencia que repetiría sin ningún tipo de dudas, jajaja.
Los desayunos en los hoteles eran tanto continentales como japoneses, y aunque los primeros días sólo me limitaba a curiosear, enseguida me atreví a probar la riquísima tortilla japonesa, las algas, el salmón y otros pescados de lo más sabroso, además me quedé enamorada con esos platos con pequeños compartimentos que permiten saborear cada uno de los alimentos que te sirves sin que se mezclen los sabores.
La omnipresente sopa de miso me encantó, creo que la comí todos los días y por supuesto tendréis mi propia versión, ya que son muchos los ingredientes y variaciones que existen dependiendo de los gustos y lugares en los que la tomemos.
Visité un par de ciudades (Gero y Hanoke) en las que me hospedé en hoteles balneario .Para movernos por el hotel disponíamos de una preciosa yukata en la habitación, la cual vestimos con placer y con ella acudimos a la cena, una experiencia que hay que probar. La elegancia, la presentación, y el sabor de los platos que tomé junto con el exquisito servicio es algo que realmente merece la pena reseñar.
Con respecto a las bebidas, no dudé en probar sake, y por supuesto cerveza nacional, que me pareció mucho más suave que la nuestra pero igualmente sabrosa.
En algunos lugares tienes que seleccionar en una maquina situada en el exterior del restaurante el plato que vas a consumir, pagas, obtienes el ticket correspondiente, entras en el recinto, lo entregas, te lo sirven y comes. Con este tipo de “aparatos”, sólo tuve una experiencia y fue para tomar una especie de gofres, el problema es que tuvo que salir uno de los cocineros para decirme que tecla pulsar, aunque como veréis en las fotos, estaba clarísimo, jajajaja. El sistema es curioso y supongo que resulta muy cómodo y efectivo para los que entienden el idioma y sobre todo para los empleados que se aseguran de que nadie se marche sin pagar y un control absoluto de la caja. Por cierto, la foto del supuesto gofre es de “mentira”, pero tan, tan perfecta es, que te dan ganas de darle un buen bocado.
Si visitáis Japón, tened en cuenta
dos cosas importantes, la primera es que en los restaurantes se paga a la
salida y la segunda es que no hay propinas, con un simple “Arigatou” (gracias)
y una inclinación de cabeza es suficiente para mostrar tu agradecimiento por el
servicio prestado.
Y ahora os hablaré un poco de la
comida de mentira, como he dicho, en la mayoría de los escaparates de los
restaurantes hay platos llenos de alimentos que reproducen exactamente el plato que os
servirán, a veces aparece el menú completo, también los diferentes tipos de café,
cervezas y postres que sirven están perfectamente reproducidos. Muchas veces y
sobre todo a través de las fotos cuesta distinguir lo real de lo creado. Unos
auténticos artistas.
A pesar de todo lo contado tengo
la sensación de que todavía me faltan cosas, por supuesto habrá una entrada
dedicada a los mercados y quizás durante las largas tardes de invierno cuando
reviva el viaje a través de las fotografías y vídeos realizados encuentre hueco
todo aquello que queda en el olvido o que en este momento no encaja en lo
relatado. La verdad es que hay tantas, tantas fotos que me gustaría mostraros……
y el que haya logrado llegar hasta el final y leído todo esto merece un premio,
jajaja
Un "selfie" no buscado |
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Leído y con mucho gusto Conchi. Gracias a ti por ilustrarnos.
ResponderEliminarMe ha encantado tu reportaje; la precisión con la que lo describes y las impresionantes fotografías. Espero poder ver los siguientes relatos de tu viaje, así como tus recetas relacionadas con el mismo. Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre es muy gratificante viajar, afortunada sea vuestra merced porque no creo que en mi vida pueda viajar a Japón. De todas formas, siempre nos quedará la Ribeira Sacra ;).
ResponderEliminarGracias por compartir tantos y variados platos apetitosos Conchi, me alegro de que hayáis disfrutado de unas bonitas y gratificantes vacaciones de verano Un servidor aún no las ha iniciado. Bicos.